domingo

Piel y huesos

Más que piel, nos ves, como seres perecibles
con deseos, sueños, anhelos.
Para ti, sólo puntos efímeros en un espacio.
Más que huesos, miserables formas que 
se repiten una y otra vez en una lejanía que, para ti,
es un brillo débil, un error de tus dedos.
Cuando miro el resto del cielo, 
obra de tus dedos, me repito
que para ti sólo somos piel y huesos,
seres que merecen la muerte como castigo por existir.
Y aun así, el deseo de buscarte, de decirte ¡aquí estoy!
¡Mírame! 
He perdido tu mirada y sólo tengo una vaga lástima de tus pocos granitos escogidos.
¿por qué habría de buscarte?
Si tus escogidos me repulsan y me gritan necio
¿qué sentido tiene quererte?
Pero sigo haciéndolo. Sigo pidiéndote, ¡mírame!
Porque sigo necesitándote.
¿Qué soy para ti? ¿Sólo piel, huesos y arena?
Tu maldición es eterna para nosotros.
Quisiera vivir en la ignorancia de lo bueno y lo malo.
Pero la obra tuya (junto con tu séquito de penitentes indolentes) 
sigue avisándonos que será imposible.
 
Piel y Huesos.
Una piel que resalta por sí sola
mientras mis ojos buscan los tuyos.
El deseo de buscarnos, aunque desde 
la virtualidad del espacio, 
en que lo físico es lo que nos separa.
Por ahora, qué importa la materia.
Al final de todo llegaremos al
mismo punto.
Sin embargo, lo sabes. No sólo
de pan vive la humanidad.
Mientras mi carne vive deseándote.
Mientras seguimos mirándonos en el 
espacio material de nuestra 
construcción imaginaria.
Deseando ser más que polvo
y en encontrar en el alma, 
esa vieja sensación inmaterial
que es el aliento divino
el viento fresco que
trae la paz
a esta vida
que poco
a poco
se 
va